En un paseo tedioso (Remus)

Me interné en el Bosque Oscuro para asegurarme de que esta noche no pasaría nada, no habría ningún alumno cerca o profesor que pudiese salir herido.
Continúe caminando cuando escuché a lo lejos un Lumos. Me acerqué hasta allí y me encontré con una alumna de Slytherin.
- ¿Qué haces aquí? Se supone que no deberías entrar en el Bosque Prohibido, fuera- dije enfadado-.
Slytherin, como no siempre en problemas.

La miré, enfadándome cada vez más y más.
- ¿Acaso quieres que te pillen los profesores? O peor: acabar siendo el alimento de algún hombre lbo, hay muchos- no tienes ni idea-.
Saqué mi varita y solté un Lumos para poder verla mejor.
- Por cierto, tengo cierto orgullo por mi casa y respeto a la tuya, así que respeta tú a la mía- dije entredientes-.

Rodé los ojos, fastidiado por la tan pesada chica. ¿Es que no podía escuchar y punto? Que se hacía cargo de los peligros... Ella no tenía ni idea. Muy bien, si es así...
La miré con una repentina sonrisa torcida pero maliciosa y, acercándome a toda velocidad a ella en lo que daba vueltas como un tigre con su presa, la cogí por la cintura y me la colgué al hombro.
- Ahora a Hogwarts, es hora de soñar con serpientitas- reí en lo que caminaba con ella-.

- Deja de gritar- repliqué entre molesto y divertido-. Tienes una cara muy bonita y si sigues así te saldrán arrugas antes de lo necesario- reí-.
La lancé por los aires y la cogí de nuevo, dándo un sonoro beso en la mejilla. Si, la noche me aturde, porque si no no me comportaría como Sirius.
Me fijé en que se le había caído la varita, así que con cuidado que no se llevase la mía ni de que ella se escapara, la cogí del suelo y me la metí en el bolsillo interior de mi túnica. Después seguí caminando hacia el castillo.

Sonreí extrañamente aliviado al ver como se reía, pero enseguida cambió la cara por una mueca cuando la besé.
- No te voy a mancillar, tranquila- le dije-. Y la varita te la devolveré al llegar al castillo, prometido. Sabes, estás más guapa cuando ríes- le dije sencillamente-.

- ¡Tú no puedes ordenarme, no tienes derecho. Me da igual si fuera tu padre es el rey del mundo, aquí los dos somos iguales y por tanto no mandas, si te hago volver es porque me lo han ordenado los profesores!- dije sobre a marcha sin duda, necesitaba una excusa. En cierto modo, el director y el profesor Dumbledore me habían pedido que vigilase que no hubiese alumnos indiscretos cuando llegase la luna llena-. Y no te doy la varita.